¿Qué es el tabaquismo ambiental?

El tabaquismo ambiental consiste en la exposición a las sustancias nocivas que hay en el humo del tabaco en personas no fumadoras. Se puede clasificar en dos tipos; tabaquismo secundario y tabaquismo terciario.

El tabaquismo secundario es el que se produce en personas no fumadoras al inhalar el humo que desprende la punta encendida del cigarro o el humo exhalado por los fumadores.

El tabaquismo terciario es el que se produce en personas no fumadoras al inhalar, ingerir o entrar en contacto a través de la piel con partículas residuales que permanecen en el entorno cuando el cigarro ya se ha apagado.

Se ha visto que la exposición de los niños a sustancias derivadas del tabaco es entre 5 y 7 veces mayor en los padres que fuman exclusivamente fuera de sus casas que en los no fumadores. La exposición aumenta entre 3 y 8 veces si se fuma dentro de casa con respecto a los que lo hacen fuera y hasta 23 veces si se fuma dentro del coche familiar.

 

¿Supone un riesgo real para los niños?

Los niños pequeños pasan mucho tiempo en domicilio y tienden a estar más tiempo en suelos y alfombras en contacto con las sustancias depositadas en ellas. Los lactantes además de inhalar estos tóxicos pueden ingerirlos por su tendencia a chupar todos para descubrir y experimentar con su entorno.

Esta exposición aumentada actúa sobre un organismo todavía en desarrollo por lo que es inmaduro para eliminar adecuadamente estas sustancias y el daño producido por las mismas puede limitar la evolución normal de este desarrollo.

En diversos estudios se ha objetivado que los niños expuestos a humo del tabaco eliminan en orina sustancias derivadas del mismo. Tienen más riesgo de fallecer en el periodo perinatal y de síndrome de muerte súbita del lactante, mayor riesgo de infecciones como las otitis o la enfermedad meningocócica y mayor riesgo de padecer enfermedades respiratorias y del corazón así como alteraciones en su desarrollo.

Además, los niños que conviven con adultos fumadores acaban siendo fumadores en la edad adulta mucho más que los que no están expuestos a esta influencia.

 

¿Podemos hacer algo para proteger a los niños?

Por supuesto; no permitas que nadie fume cerca de parques, colegios y lugares donde hay niños en general.

Si no fumas, no dejes que nadie fume en tu domicilio ni en el vehículo en el que viajen niños, incluso aunque ellos no estén en ese momento.

Si actualmente eres fumador o fumadora, hoy es un día perfecto para abandonar el hábito tabáquico. ¿Qué mejor motivación que mejorar el futuro de los niños que te rodean? Si no te sientes capaz de hacerlo de forma autónoma consulta con tu médico. Hay recursos para ayudarte a conseguirlo. Mientras lo consigues, reduce al máximo la exposición de los niños al humo de tus cigarrillos. No fumes nunca dentro de casa (ni siquiera en la terraza o la cocina) y, desde luego, nunca dentro del coche. Las sustancias tóxicas del humo se quedarán esperándoles hasta que lleguen.

Evitar la exposición de los niños al humo del tabaco es tarea de todos y es un acto que contribuye a mejorar su salud y su desarrollo.

Álvaro Gimeno Díaz de Atauri

Médico Adjunto de Pediatría. Hospital Universitario 12 de Octubre.